El vino y las setas son dos productos
que desde siempre han ido de la mano
en gastronomía. Es una combinación
ganadora en cualquier mesa que se pongan,
lo único que hay que tener en cuenta es
cómo maridar la seta que vamos a comer y
la elaboración que se le va a dar a esta, para
poder elegir el mejor vino que le acompañe.
Cada seta, o vino, tiene unos matices, aromas
y sabores, distintos y complejos. Ambos
productos vienen de la tierra, las setas de los
montes, las zonas arboladas, boscosas, riberas
de los ríos… etc. Las vides de multitud de
zonas diversas, áridas, húmedas, con distintos
suelos… El aroma y sabor de las setas, viene
dado por el humus y la materia orgánica que
tienen. Estos se pueden conseguir también
en el vino, gracias a la crianza en barricas, a
los diferentes tostados de estas, y al tiempo
de guarda, son los denominados “Aromas
Terciarios” del vino. Tierra y madera es algo
único que les une.
Dada la cantidad de setas comestibles que
existen, el maridaje no es complicado, lo
principal que tenemos que conocer es el
sabor de la seta, fuerte o suave. A partir de aquí
comenzamos a pensar en el vino. Queremos
siempre realzar los sabores de la seta, nunca
hacer que sobresalga más el vino que la seta
o viceversa, por lo que os dejo una serie de
ideas para realizar el maridaje perfecto.
Ojo al modo de cocinar las setas, ya que se puede
resaltar más su sabor, o añadirle algún ingrediente o
elemento que no le vaya bien. Lo ideal es cocinarlas a
la plancha con un poco de aceite y sal, así no tenemos
otros elementos que enmascaren su sabor original.
De esta forma lograremos sacar ese sabor “umami”
que les caracteriza, y las hace intensas y sabrosas,
aunque lo que siempre intentemos sea sacarle el
sabor almendrado, avellanado o terroso que las hace
deliciosas.
Setas con sabor fuerte (boletus, níscalos, shiitake,
trompetas negras…) un crianza, un vino que tenga
ente 6-14 meses de barrica, un orange wine, o un vino
oxidativo como amontillado, palo cortado.
Setas más suaves (colmenillas, rebozuelo, perrechicos,
trompetas amarillas, amanita cesarea…) escogeremos
vinos más frescos y ligeros, vinos tintos con entre 5-9 meses de barrica, incluso blancos envejecidos en
estas. Unos vinos que resultan curiosos de combinar
con este tipo de sabor son los vinos de hielo, los cavas
y los champagnes.
Para los platos en los que usemos trufas, optaremos
por un vino tinto potente, un reserva o gran reserva.
Aunque también podemos disfrutar de ellas con un
champagne o cava envejecido, ya que su intensidad de
sabor y acidez harán que el plato sea redondo.
Maridar vinos con setas es toda una experiencia que
podemos hacer durante casi todo el año, pero sobre
todo en la temporada de otoño e invierno. La búsqueda
del vino que complemente el sabor y la textura de las
setas nos puede llevar a nuevas y gratas experiencias
gastronómicas, que os recomiendo a todos. Por eso
deleitaros de la experiencia, no acertaremos a la
primera, pero al fi nal acertaremos.
La Monastrell está considerada como la
variedad reina en la zona sureste de la
provincia de Albacete, y es de las que mejor
se adaptaron en su momento al clima de la zona de
Ontur, encontrando allí gran cantidad de viñedos
viejos y de pie franco.
Este vino procede de una parcela denominada
Cañada del Cerro Blanco, en la zona de la Sierra de
Ontur, Albacete. Es una parcela en la que todas sus
viñas se encuentran plantadas en vaso y tienen una
antigüedad aproximada de 55-60 años de edad,
ya que fueron plantadas entre los años 1970-75. Se
encuentran situadas a unos 600-650 metros de
altitud, en unos suelos predominantemente calcáreos
y franco-arenosos, muy poco productivos, y con
un clima continental con toques mediterráneos.
Mucho sol y pocas lluvias es lo que les caracteriza
principalmente.
El cultivo del viñedo es en ecológico, respetando la
conservación del medio ambiente, y eliminando el
uso de productos químicos para obtener resultados
naturales y orgánicos. Realizan una primera poda en
verde a fi nales de invierno y en primavera, donde
comprueban la calidad del viñedo, e intentan quitarle
la mayor carga posible a este, aunque en este tipo de
vides tan antiguas y de secano, poco se puede quitar
por dar pocas producciones, pero de calidad.
La vendimia se suele realizar a fi nales del mes de septiembre y principios de octubre. Se realiza todo a
mano y la uva se lleva a bodega en cajones de 400kg.
Siempre intentan que la uva llegue en perfectas
condiciones a la bodega, imposibilitando la rotura
del hollejo, la oxidación, fermentación anticipada y la
pérdida de sus cualidades organolépticas.
Una vez en bodega se realiza una nueva seleccion
de uva, antes de introducirla en los depositos de
acero inoxidable. Aquí se mete un 70% de racimo
entero, y un 30% de uva despalillada, realizando una
maceración prefermentativa que dura de 4 a 7 días.
La fermentación alcohólica la hacen con levaduras
autóctonas, y una vez hecha esta sacan las uvas, las
pasan a la despalilladora y prensan. Pasa a barricas
de roble francés y americano al 50%, donde hace la
fermentación maloláctica, manteniéndose en estas
durante un periodo de 4 meses. Se embotella y se
afi na durante unos meses